Cuando un mastín con hechuras de Miura se te abalanza abriendo la boca y ladrando como un poseso, el sentido común invita a salir corriendo a ver si, con un poco de suerte, toca batir los 100 metros lisos ese día.
Si, por el contrario, optas por quedarte y vas “armado” con una cámara de fotos, puedes intentar realizar alguna toma como la que sigue (la clave alta ilustra muy bien el escalofrío que recorrió mi cuerpo durante algunos segundos).
Por cierto, aún conservo las dos manos para teclear este texto.
jueves, 18 de enero de 2007
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2 comentarios:
jeje.. rulo el "manco"
Estoy casi seguro que tu frialdad ante estos bichos te viene de experiencias previas con este tipo de animales. ¿es la primera vez que veías lanzarse hacia ti un perro con cara de pocos amigos?
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